THE ALIENIST

Insertando el análisis de perfilación y vinculación criminal en una época muy anterior a la de su surgimiento, The Alienist logra retratar no obstante nociones que en el campo forense han servido para dar cuenta de la tramitación de una escena traumática: hacer activamente lo que el sujeto ha vivido pasivamente o bien la tan remanida identificación con el agresor como modos del sujeto de dar respuesta al encuentro con el goce.

No alcanza con suponer en la escena del crimen una satisfacción sexual. El tratamiento del cadáver atraviesa la frontera del erotismo e introduce al espectador en el campo del horror.

¿Quién es en verdad ese niño mutilado, a quien le han extirpado sus vísceras, a quien incluso le han arrancado sus ojos? Y quizás aún más, ¿constituye la vivencia traumática la causa de los crímenes? ¿O tal vez haya que leer en ella el modo en que se inscribe lo traumático de la sexualidad para el hablante así como su lugar en el campo del Otro primordial?

Lo paradójico e inquietante del caso parece radicar precisamente en ese punto: ¿y si la vivencia de abuso ofrece al sujeto una escena con la que inscribir su nombre en relación al Otro? Dury se hace así un nombre.

Sin embargo, el crimen testimonia sobre la insuficiencia de ese nombre para hacerse con él un cuerpo. Para que algo de esto sea posible, Beecham tiene que pasar al acto y socavar en el niño el agujero más íntimo y más profundo hasta extraer de allí el oscuro objeto de goce.

¿Qué función cumple allí el crimen en la economía libidinal del asesino?

 

admin