EL GUARDIAN INVISIBLE

El guardián invisible ilustra muy claramente el modo en que lo femenino puede evocar el más absoluto rechazo –llevado incluso hasta la necesidad de destrucción.

Los asesinatos del valle del Baztán ponen de manifiesto la presencia de un asesino cuyo ritual conlleva la realización de una escena, la puesta en acto de un texto.

La aparición sucesiva de una serie de cadáveres, dispuestos y acomodados de determinada forma, introduce la hipótesis respecto del carácter religioso de los homicidios.

Las jóvenes no presentan signos de abuso sexual –al menos no genital. Sin embargo, los cuerpos se encuentran desnudos, limpios -sus cabellos peinados, sus rostros, libres de maquillaje- dotados de un aura virginal.

La investigación policial comienza a aislar el patrón que ordena los diferentes crímenes y que permite realizar un análisis de vinculación entre ellos.

El rechazo de lo femenino se presenta como el común denominador de las muertes. Pero, ¿qué es ahí lo femenino, aquello que convoca la defensa más radical? Si bien las jóvenes asesinadas son nombradas como niñas, hay un elemento que aúna a todas ellas: se trata de jóvenes deseantes.

Lo femenino implica ahí la dimensión del deseo de una mujer, en este caso, presente en el cuerpo de adolescentes vitales.

Estas púberes son descriptas como putas por algunos de los miembros de la comunidad que intentan legitimar de ese modo los asesinatos. Puta es la posición que en Freud define a una mujer por oposición con la madre. Una mujer en tanto objeto apetecible para el deseo de un hombre. Lejos de ser una posición denigrada, la degradación que entraña dicha posición en la época victoriana, lo conduce al autor a ubicar allí la condición erótica de algunos hombres –situando con ello, la estimación o el valor de dicha posición femenina.

Y entonces, ¿por qué los signos de la dimensión sexual deseante en una mujer provocan aquí tales reacciones homicidas? Sin necesidad de recurrir a la psicopatología sexual del criminal, bastará con evocar, más allá de esa contingencia, el dato de la estructura.

Lo femenino como singularidad, como enigma, como misterio –la mujer en su carácter extranjero respecto de la lógica fálica- puede volverse inquietante y perturbadoramente hostil para un hombre. La hostilidad puede ser la atribución masculina con la cual se aborde la feminidad del partenaire. La puta, la bruja, la loca, son las versiones que en la parroquia machista, nombran aquello que de una mujer escapa a la común y universal religión fálica.

El ritual de purificación al que el asesino somete los cuerpos intocados genitalmente, el rechazo de los signos que dan cuenta del tránsito por la pubertad (tales como el vello púbico, el maquillaje, las vestimentas sensuales), son arrancados de la escena, y arrojados fuera del campo visual. Los cadáveres parecerán niñas vírgenes –eliminando así todo rastro de despertar sexual.

¿Alcanza sin embargo con creer que el rechazo de lo femenino es propio del varón? ¿Acaso no hay voces de mujeres que en el film dan cuerpo al prejuicio fálico? Puta, como insulto, no sale sólo de la boca de algunos hombres. Muchas veces, son las propias mujeres las que –en un intento defensivo e insuficiente- intentan desconocer el deseo sexual y la posición deseante femenina, pretendiendo denigrar así a una congénere.

El film no busca aleccionar. La trama gira en torno de la investigación criminal. No obstante, resulta interesante ubicar esa referencia marginal. El asesino en serie de la novela no hace otra cosa que extremar la posición defensiva que, estructuralmente, el hablante sostiene con relación a lo extranjero, lo desconocido, lo enigmático, lo inusual.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lo femenino puede encarnar muchas veces la presencia de un deseo perturbadoramente extraño para la lógica fálica común a hombres y mujeres. Una mujer puede ser segregada, rechazada, denigrada y destruida sólo por su condición de tal, y no siempre ese crimen partirá de la mano de un hombre. He ahí una enseñanza crucial con la que el Psicoanálisis nos permite leer las consecuencias del encuentro con la femineidad.

 

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