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La pregunta por las coordenadas de producción de un delito, sus determinaciones, los factores condicionantes e incluso sus motivaciones constituyen un interrogante fundamental de la Psicología en el área jurídica.

El delito más allá del campo del Derecho, ya desde la Criminología, pasando por nuestra disciplina, y alcanzando incluso ciencias tales como la Antropología o la Sociología mismas, adquiere un estatuto problemático en tanto implica un abordaje complejo por su naturaleza misma: su constitución discursiva.

El delito es esencialmente un hecho de lenguaje y como tal, implica en su núcleo mismo, un fundamento socio-político que lo define. Hablar de delito es hablar de lo que una sociedad concibe como tal en un tiempo determinado y conforme a unas leyes particulares que son aquellas mismas que lo delimitan.

Asimismo en tanto el delito es un hecho de discurso, supone la dimensión del lazo con el Otro. No es posible pensar la producción de un crimen por fuera de los efectos del lenguaje en el cuerpo y por ende sin tener en cuenta los momentos constitutivos del sujeto, es decir, el tiempo fundacional en que entró en juego para el autor del crimen, la dimensión del Otro.

A partir de allí, las vicisitudes en la constitución del sujeto, los complejos familiares, la trama social con la que se va escandiendo su subjetividad, implican marcas de goce, trazos vinculados a alguna satisfacción que toca el cuerpo y conduce luego al hablante en la búsqueda de la repetición hundiéndolo en los caminos de lo necesario.

¿Qué aporte puede realizar la Psicología en esa lógica de sobredeterminación de un fenómeno delictivo? ¿Qué intervención posible en ese campo en aras de cortar con los circuitos de una acción comandada desde otro lugar que el de la razón?

La Psicología Jurídica viene a ofrecer un aporte específico en esta materia. ¿Cómo puede entonces el campo del Derecho Penal y el de la Política Criminal servirse de los aportes con los que nuestra disciplina contribuye en el análisis del fenómeno delictivo y en particular de la estructura de determinación del mismo, entendiendo que, para la comprensión de la misma se hace necesario incluir factores bio-políticos y psico-sociales?

Precisamente, el estudio y el abordaje del autor de un delito permite situar los elementos presentes en las coordenadas de producción de un crimen. Interrogar aquello que ha conducido a un sujeto a franquear el límite de lo prohibido puede constituir un aporte crucial a la hora de ubicar las motivaciones de la acción pero fundamentalmente, el estatuto de la misma.

Es decir, la pregunta que la Psicología en el campo jurídico permite introducir en relación con el amplio abanico de delitos tipificados en el Código Penal de la Nación no es otra que aquella que interroga la insondable decisión del ser por la que un hablante puede aventurarse en la transgresión de la norma y el franqueamiento del límite jurídico.

La complejidad en la trama de elementos que inciden en la determinación de un delito obliga a la Psicología a servirse de otras disciplinas a los efectos de situar con la mayor precisión posible las coordenadas sociopolíticas y epocales que contribuyen en la causación de un crimen.

Y sabemos que, la pregunta por la causa y luego por la determinación, constituye ya en sí misma en el camino metodológico con el que ahondarse en la resolución de aquello que se presenta como efecto. Desandar los desfiladeros por los que el goce se anuda al significante conduciendo a un sujeto a la realización de un delito supone ya el primer paso en la vía de una intervención posible.

La propuesta de esta asignatura implica la consideración del delito y el autor del mismo en una estrecha relación entendiendo que, el primero, muestra, por su condición de fenómeno la estructura que lo determina. No es posible comprender la lógica de un crimen sin interrogar las vicisitudes que conducen al autor del mismo hasta el momento de su realización.

El estudio de la estructura, como una compleja trama discursiva, no elimina la variable temporal sino que, por el contrario, la incluye. La perspectiva histórica, y más precisamente, la época, como dispositivo de tratamiento de la pulsión a nivel del lazo social, introduce una variable fundamental a la hora de analizar las coordenadas de producción de un delito y la posición del autor con relación a él.

Por último, el estudio de la éxtima relación entre el sujeto y su crimen conduce hacia la necesaria pregunta por el tratamiento posible tanto del delito como del autor del mismo. El lugar del castigo en la sociedad y en relación a esto, en la estructura de la subjetividad, abre la pregunta por la función que la sanción penal puede tener para un sujeto y la posición que éste asuma en relación con la punición misma.

En este marco, esta materia invita al estudiante a problematizar los lugares comunes en torno a la figura jurídica del delito y su partenaire, el delincuente, apuntando a generar preguntas ahí donde la apariencia suele ofrecer verdades obvias.